"Anteriormente aquí era selva; había mucho xate, guano, guacamayas, había de todo. Pero desgraciadamente hay gente que no piensa y empezaron a botar todo y se volvió ganadería” explica Sabino Véliz Morales, mientras intenta arrancar un helecho invasor en un potrero ilegal “Si no logramos matar el pasto -que no es poquito, es bastante- la reforestación sería muy difícil”, comenta. Para él hay esperanza y pronostica que en unos años podría cosechar hasta pimienta.
Foto izquierda: Potreros ilegales instalados en la Zona de Amortiguamiento de la Reserva de la Biosfera Maya. Foto derecha: César Paz, del equipo de WCS Guatemala sostiene un helecho invasor, conocido como “chispa” (Pteridium aquilinum), especie que normalmente se presenta en suelos degradados.
Este sitio en proceso de restauración se ubica en la Zona de Uso Múltiple de la Reserva de la Biosfera Maya (RBM) y se conoce como Unidad de Manejo “La Colorada”. Para Sabino, encargado del vivero y su equipo de más de 10 personas quienes acampan ahí, una jornada de trabajo implica preparar la tierra para crecer plántulas de ramón (Brosimum alicastrum), caoba (Swietenia macrophylla) y cericote (Cordia dodecandra) para reforestar. Al mismo tiempo, abordan la propagación constante de la hierba que obstaculiza el crecimiento de otras especies. Actualmente se realizan acciones de manejo en otros seis sitios que abarcan 428 hectáreas en colaboración con WCS, Consejo Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONAP), Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA), Asociación de Asociación de Comunidades Forestales del Petén (ACOFOP), Fundación Naturaleza para la Vida, Rainforest Alliance, entre otras.
Foto: Sabino Véliz Morales, encargado del vivero “La Colorada”, zona en proceso de restauración en la Reserva de la Biosfera Maya de Guatemala.
De acuerdo al estudio “La Huella Humana Mesoamericana”, impulsado por WCS, la Selva Maya perdió el 33% de su cobertura forestal, equivalente a 18 mil hectáreas entre el 2000 y 2020. La principal amenaza es la ganadería extensiva y, aunque existen otras como la invasión ilegal de tierras, caza furtiva, tráfico de vida silvestre, incendios forestales y la explotación petrolera persisten.
Una investigación sobre el contrabando de ganado de Centroamérica hacia México, realizada por InSight Crime puede consultarse aquí.
La Reserva de la Biosfera Maya en Guatemala abarca 2 millones de hectáreas y colinda al norte con Campeche, al noreste con Tabasco y al oeste con Chiapas a lo largo del Río Usumacinta. Al este colinda con Belice, y todo su límite sur se encuentra dentro del territorio de Petén. Actualmente se divide en tres zonas principales que son:
1. Zonas Núcleo (ZN): Comprenden cinco Parques Nacionales y cuatro Biotopos Protegidos y en conjunto cubren el 39% de la reserva.
2. Zona de Usos Múltiples (ZUM): Abarca el 38% de la Reserva de la Biosfera Maya.
3. Zona de Amortiguamiento (ZAM): Esta zona forma una franja de 15 kilómetros de ancho a lo largo de la frontera sur de la Reserva.
Mapa: Pérdida de bosque del 2000 al 2020 en la Selva Maya de México, Guatemala y Belice. Fuente: WCS 2022.
Desde el decreto que estableció la Reserva en 1990, múltiples esfuerzos colectivos de conservación y manejo se han desarrollado, como el caso de la Sociedad Civil Selva Maya del Norte, que es una organización que trabaja en procesos de restauración y reforestación. “Nosotros nos dedicamos al bosque, tenemos esa capacidad y por eso estamos luchando por estas áreas, porque es vida lo que hay aquí, háblese de jaguares, venados, tapires, aves de diferentes especies… corozo, cedro, caoba y todo eso es una gran riqueza” comparte Eduardo Francisco Acosta Chatá, presidente de la sociedad.
Foto izquierda: Francisco Acosta Chatá, presidente de la Sociedad Civil Selva Maya del Norte. Foto derecha: Sitio arqueológico de Tikal.Foto: Jaguar (Panthera onca) captado en la RBM de Guatemala por WCS Guatemala
LA IMPORTANCIA DE LAS COMUNIDADES INDÍGENAS EN EL MANEJO, USO Y PROTECCIÓN DE LOS BOSQUES
La población en la Reserva de la Biosfera Maya al 2013 era de 175,000 habitantes. De los cuales 160,000 se distribuyen en un estimado de 192 comunidades que pertenecen a dos pueblos indígenas mayoritarios: Maya Itza’, Maya Q’echi’ y unas 40 familias del grupo Maya Mopán.
La conservación de la selva está intrínsecamente vinculada a las prácticas de manejo de los recursos de los pueblos indígenas que durante milenios las han cultivado y construido. Como destaca Carlos Camacho Nassar, geógrafo y especialista en conflictos ambientales y derechos indígenas, en su reciente informe titulado “Territorios y comunidades indígenas en los 5 Grandes Bosques de Mesoamérica”. También son la evidencia de una selva que no es natural, ni virgen, ni prístina, sino, al contrario, es el resultado de una producción social y por lo tanto, informa sobre los límites de las tierras ancestrales mayas.
En la Selva Maya que actualmente comparten Guatemala, Belice y México, evidencias de distribución de especies de árboles de ramón y chicozapote indican la transformación cultural del espacio y constituyen signos de procesos de manejo y gestión indígena del territorio desde los inicios de la ocupación humana en el continente.
En Mesoamérica, bajo distintas figuras legales se han reconocido tierras y territorios indígenas a través de diversos mecanismos legales. En Guatemala, el modelo de concesión forestal, establecido desde 1994 y otorgado por un periodo de 25 años, constituye una oportunidad para que las comunidades organizadas que viven dentro de la Reserva de la Biosfera Maya puedan ejercer sus derechos y obligaciones sobre el uso y manejo de los recursos naturales. Este modelo proporciona beneficios directos ambientales, económicos y sociales a estas comunidades..
Marcedonio Cortave, director general de la Asociación de Comunidades Forestales del Petén (ACOFOP) reconoce que en un inicio, la falta de credibilidad y de capacidades técnicas, administrativas y económicas representaba un obstáculo para que las comunidades pudieran obtener estas concesiones. “Sin embargo, hoy en día está demostrado con estudios científicos que el manejo forestal puede beneficiar de manera sostenible a muchas más personas”, expresa Marcedonio en entrevista.
Una recopilación de datos del informe de Sistematización del Manejo Forestal Comunitario de Petén, coordinado por ACOFOP, confirma que en las 9 concesiones comunitarias activas, la tasa de deforestación anual ha sido baja y en las áreas no concesionadas ha sido mayor. Actualmente, el área total otorgada es de más de 485 mil hectáreas donde además se realizan recorridos de vigilancia, mantenimiento de brechas corta fuego y monitoreo de puntos de detección de amenazas, entre otros.
La ACOFOP, fundada en 1997, es una agremiación que representa los intereses comunitarios de 19 organizaciones que se distribuyen en el Petén. Una de ellas es Uaxactún, comunidad ubicada a 23 km al norte de Tikal y representa un ejemplo de manejo forestal exitoso.
El aprovechamiento forestal no maderable como la extracción de chicle (Manilkara zapota), semillas de ramón, pimienta y xate, permiten que comunidades como Uaxactún, puedan manejar y proteger la selva y a la vez fortalecer la economía local. Desde el 2007, Uaxactún cuenta con la certificación del Forest Stewardship Council (FSC) que supervisa el manejo de la palma xate, actividad que da vida a la comunidad. “Donde un xatero pasó y regresa en 3 o 4 meses para recoger más xate, la planta sigue con vida y nosotros también”, enfatiza Juan Cruz, miembro de la empresa comunitaria.
“Para que pudiéramos exportar xate, necesitábamos la certificación FSC, pero no fue hasta el 2005 que empezamos a exportar directamente hacia su destino final, que mayoritariamente es Estados Unidos”, explica Erwin Maas, guía y presidente del Consejo Comunitario de Desarrollo (COCODE) de Uaxactún e integrante de la Organización de Manejo y Conservación (OMYC). Erwin asegura que el impacto en economía es grande y en cobertura es mínimo debido a las metodologías que implementan para hacer un buen aprovechamiento. “Buscamos calidad y no cantidad” afirma.
Foto izquierda: Mono aullador. Foto derecha: Erwin Maas en el sitio arqueológico de Uaxactún.
Antonia Álvarez Peralta se encarga de seleccionar las hojas de xate y constatar que cumplan los estándares de calidad “Que no estén manchadas, ni quemadas, ni picadas… este trabajo es bueno para la comunidad y también para las mujeres porque obtenemos beneficios”, menciona Antonia. Visualizar y trabajar el bosque más allá de la madera abre espacios para mayor participación de las mujeres en las actividades forestales, que muchas veces es considerado como un trabajo exclusivo de hombres.
Para Jaime Eduardo España Núñez, también socio de la empresa, el xate es el “pan de cada día” y por eso sabe que seleccionar una buena hoja de xate es primordial para el manejo de la selva. Jaime también escala los árboles de chicozapote y conoce la técnica de corte para extraer chicle que desde joven aprendió “Tu mirás que hacemos todos los cortes pero no le cortamos ninguna rama y por eso el árbol no muere” describe.
Otra de las actividades que se implementan en Uaxactún, es el turismo comunitario y la producción de artesanías como las coloridas muñecas que son confeccionadas con elementos naturales. Con la tusa (hoja del maíz) se forma el cuerpo y la ropa, con musgo, hongos y semillas se incluyen detalles finales que dan vida a una muñeca que caracteriza a las artesanas de Uaxactún. “Debemos conservar los bosques porque de ahí proviene todo lo que utilizamos para nuestras muñecas”, comenta Vislan Gualip Suceli Choc, representante de las artesanas de Uaxactún y socia de OMYC.
Foto izquierda arriba: Jaime Eduardo España Núñez durante una jornada de extracción de xate en la selva. Foto derecha arriba: Erwin Maas explica el proceso de extracción de chicle en el árbol de chicozapote.
Foto: Antonia Álvarez Peralta, se encarga de seleccionar las hojas de xate y constatar que la hoja cumpla los estándares de calidad.Foto: Muñeca de Uaxactún realizada con materiales naturales de la selva.
Paralelamente a las concesiones forestales, desde 2009 se han logrado Acuerdos de Conservación en Uaxactún, San Miguel La Palotada, Paso Caballos y Carmelita. Estos acuerdos representan una iniciativa impulsada por la comunidad destinada a coordinar prácticas agrícolas, eliminar o reducir las actividades ganaderas y en general impulsar un mejor manejo y conservación. Este esfuerzo colaborativo involucra a socios clave como WCS Guatemala, CONAP, Conservation International (CI), Department for Environment, Food and Rural Affairs (DEFRA) y Darwin Initiative.
PATRULLAJE EN LA RESERVA DE LA BIOSFERA MAYA PARA VIGILAR EL BOSQUE
En la Zona de Usos Múltiples (ZUM) de la RBM, la primera estación de control es el Centro de Mando “San Miguel la Palotada” y es operado por personal del Consejo Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONAP), integrantes de organizaciones forestales, policía especializada y militares. Para entrar a la ZUM, se realiza una inspección vehicular y se debe presentar identificación oficial y motivo de la visita.
Desde 2009, diferentes zonas son custodiadas en un territorio que antes carecía de gobernabilidad. Con el desalojo y desmantelamiento de potreros ilegales en La Colorada y tras el asesinato del líder comunitario David Salguero, encargado del control y vigilancia de la Asociación Forestal Integral Cruce a la Colorada (AFICC) en 2010, el gobierno de Guatemala instaló 6 Puestos de Mando ubicados estratégicamente en la Reserva de la Biosfera Maya.
En el Centro de Operaciones Interinstitucional (COI) de La Colorada, acampan grupos de aproximadamente 15 guarda recursos que se turnan cada 20 días para realizar recorridos donde verifican y en su caso, reportan actos ilícitos como invasión de tierras, caza furtiva, tala, ganadería ilegal e incendios forestales. Además, instalan cámaras trampa para monitorear la biodiversidad presente. Con el uso de SMART, una herramienta de monitoreo para facilitar la generación e intercambio de información de vigilancia y control de las áreas protegidas, el grupo ingresa las coordenadas de los patrullajes y cualquier intervención anómala que detecten. Otro grupo de militares los acompaña en el patrullaje. Es decir, no están solos, son un equipo cuyo propósito es vigilar el bosque.
Foto: Desde 2009, diferentes zonas en la RBM son custodiadas en un territorio que antes carecía de gobernabilidad.
Un reportaje de InSight Crime sobre la tala ilegal en la Selva Maya puede ser consultado aquí.
Francisca Ramos Cruz, guarda recurso y cocinera del campamento en la Unidad de Manejo “La Pasadita”, confiesa que es feliz viviendo ahí y aprecia mucho los silencios y los sonidos nocturnos de la selva. Convive con otros 20 militares que custodian el área: “Cuando yo era niña soñaba con vivir en las montañas… ahora vivo en ellas, es un gusto ver que la selva se está recuperando”